Estaba trabajando en Piura, cuando se produjo la presencia de El Niño, en la parte norte del Perú. Mi familia estaba en Chiclayo y yo vivía en la casa de un amigo de mi padre, que por entonces tenía un grifo de combustibles, en la zona de Castilla. Don Pedro Pablo Naranjo Arteaga, me brindó no solo su casa, sino también su amistad. Producidas las lluvias, pedí permiso para venir a ver a mi esposa y a mis hijos y recuerdo que me impresioné del estado en que estaba Chiclayo.
No podía permanecer mucho tiempo y tuve que regresar a Piura. Lo que vi, no lo podía creer. Don Pedro Pablo, vivía al final de la Av. Loreto, unas cuadras más allá de la Av. Bolognesi. No se podía llegar a su casa, que era de dos pisos más la terraza. Disminuida la cantidad de agua que cubría la zona, mi viejo amigo me enseñó una foto, en la que se le veía subiendo a una lanchita, desde el balcón del segundo piso. El agua, proveniente del desborde del río Piura y la que llegó del cielo habían colmado todo el primer nivel, haciéndolo inhabitable.
En 1998, los peruanos y los lambayecanos sufrimos los estragos del Fenómeno El Niño, como si fuera la doble cara de una moneda. En el sur una sequía espantosa y en el norte una abundancia catastrófica de aguas de lluvias, de desbordes de ríos y canales y de desagües. El 14 de Febrero de ese año, vive permanentemente en el recuerdo de todos los que lo vivimos y lo sufrimos. En el caso de Chiclayo, la lluvia de varias horas que nos asoló, destrozó la ciudad, generó enfermedades y deterioró la economía familiar y empresarial tanto privada, como pública.
Por una gentileza de quien era Alcalde de Chiclayo en ese momento, Miguel Ángel Bartra Grosso, servía yo a Chiclayo, como Director de EPSEL. Recuerdo que culminada la lluvia, Miguel Ángel, comenzó a liderar como se esperaba, el auxilio a los afectados y la recuperación de la ciudad y de la provincia. Estuve a su lado en varios pueblos jóvenes y en urbanizaciones, donde las aguas de las lluvias y de las acequias habían ingresado a las viviendas.
Apenas tuvimos oportunidad de establecer alguna estrategia para superar los múltiples problemas que se presentaban. Nadie había alertado sobre esa lluvia. No teníamos motobombas, mangueras y otros implementos para solucionar la situación. Fuimos aprendiendo sobre la marcha, lo que se tenía que hacer. Y entonces las gestiones que hicimos ante la empresa privada, fueron dando frutos. Nos donaron motobombas, conseguimos mangueras y los vecinos apreciaron ver a su joven alcalde con botas, y enfundado en un abrigo contra las lluvias, trabajando con ellos, buscando menguar la situación.
Tres anécdotas me vienen a la memoria de lo compartido con Bartra Grosso. Una mañana estuvimos en una esquina de la Av. 9 de Octubre, teníamos que pasar una moto bomba de un lado a otro de la avenida. Cinco jóvenes nos estaban mirando y entonces les dije “nos pueden dar una mano” y uno de ellos me respondió “¿cuánto hay?”. No lo podía creer, la moto bomba, era para solucionar un problema del sector dónde ellos vivían, pero a ellos no les interesaba.
Otra fue cuando estuvimos en Picsi, llevando alimentos. Casi al llegar escuchamos el motor de un helicóptero y Miguel Ángel me dijo “está llegando Fujimori”. Efectivamente el entonces presidente había instalado en Piura, un centro de operaciones y Picsi, tuvo de parte de él, un trato muy especial. En un momento del trabajo que estábamos haciendo, Fujimori apareció. No se acercó, pero Bartra lo saludó levantando el brazo y él le devolvió una sonrisa enigmática. Le dije al Alcalde, “parece que no le ha gustado nuestra presencia. No le gusta que le hagan competencia”.
La tercera fue en Oyotún. Yo había regresado de Europa y me acuerdo que había ido a EPSEL, con unos zapatos italianos, que había comprado en Roma. Vi varias camionetas con alimentos y le pregunte a Miguel Ángel “dónde vas” y me dijo “Vamos a Oyotún. Acompáñame, por favor”. Y fuimos. Pensé que no íbamos a tener mayor problema para llegar. Antes de ingresar a Oyotún, hay un río que no suele tener mucha agua, pero esa mañana en que el sol quemaba, con todas sus ganas, el agua llegaba a la cintura. Miguel Ángel tenía sus botas de jebe, pero yo no.
Y tuvimos que pasar. Pobres mis zapatos italianos y los de varios amigos que nos acompañaron. Pero todo valió la pena. La gente de esa zona, esperaba ayuda y se le llevó. Quién sabe por eso, al ir a las elecciones, dónde Bartra se presentó nuevamente fue reelegido por más de 120 mil votos, cifra que hasta ahora no ha sido superada.
Para mí, Miguel Ángel Bartra es la persona que más sabe sobre estrategias para enfrentar el FEN. Él me ha respondido que nadie lo ha llamado, para aprovechar su experiencia y qué si no lo hacen, prefiere quedarse en Monsefú, que también se afecta con las lluvias. Bartra sabe cuáles son las zonas más vulnerables de Chiclayo, qué se necesita para salir rápidamente del caos que se va a generar. Ojalá se le aproveche.
Una sugerencia para que la evalúen quiénes tienen que ver en éstas acciones pre y pos Fenómeno. Ubiquen los lugares, dónde se pueda llevar a la población más afectada. Es posible que sean colegios. Adecúenlos. Hagan un censo de las familias más vulnerables a la acción devastadora de las lluvias. Instalen almacenes en esos lugares, a dónde se lleven a los damnificados, con carpas, alimentos, medicinas. Revisen los servicios higiénicos. Es una tarea urgente. Y por favor eduquen a las familias, sobre cómo actuar en caso se les caiga sus casas, que sepan dónde ir, pero que ese censo de probables damnificados sea real, porqué todos tenemos que preguntarnos “¿QUÉ PODEMOS HACER CON EL NIÑO?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario