Tenía solo 19 años cuando tuvo que asumir
responsabilidades mayores, al reemplazar a su maltratada, vejada y humillada
madre en su papel de “Primera Dama”. Era Abril de 1994 y cumplió el cargo hasta
la huida vergonzosa de su padre, el ex dictador Alberto Fujimori. Desde
entonces, y por más esfuerzos que realizan sus adláteres, no ha podido
desprenderse de la imagen de hija desnaturalizada que prefirió el relumbrón del
poder antes que el amor a la mujer que le dio la vida.
Keiko Sofía Fujimori Higushi es la mayor de
cuatro hermanos. Nadie puede decir que la hija no sabía lo que hacía el padre.
Fue testigo silenciosa de las barbaridades que se cometían en esos años
deshonrosos y humillantes de la dictadura “fujimontesinista” que padecimos los
peruanos.
Con el escape y posterior renuncia por fax
del hoy solitario inquilino del penal de la DINOES, Keiko volvió a Estados
Unidos a culminar sus estudios en Administración de Empresas. En el 2006 fue
elegida Congresista con la mayor votación. Más de 600 mil limeños votaron por
ella, quizás desilusionados por los graves errores del Presidente Toledo.
Quizás por el recuerdo que los fujimoristas no dejaron que se perdiera, que
gracias a él nos habíamos librado del terrorismo. Quizás porque así son los
limeños, votan por votar y luego están quejándose.
Durante mucho tiempo estuvo ausente del
Congreso, primero, porque fue a terminar sus estudios en Estados Unidos, y
luego, por maternidad. No fue una congresista destacada, pero sí una activista
política perseverante. En el 2009, empezó a recolectar firmas para crear su
partido Fuerza Popular, y en el 2011, candidateó para ser Presidenta. No lo
logró, pero se convirtió en la primera mujer, en pasar a una segunda vuelta
electoral. Su partido puso poco más de 30 congresistas que, al igual que otros financistas de vieja
y nueva cuña, decidieron asignarle una cantidad mensual de dinero, para que
sobreviva junto a su esposo y a sus dos hijas. Pero también, para que trabaje a
tiempo completo en Fuerza Popular.
Y a eso se ha dedicado. O sea no tiene la
mínima idea de lo que significa trabajar para conseguir los fondos para pagar
una planilla. No sabe qué tiene que hacer el ciudadano de clase media para
llevar los alimentos a su hogar, para pagar colegios, medicinas, vestuario, la
luz y el agua. Ese maestro de 1,200 soles mensuales, o ese comerciante que
vende en el piso, papas, camotes, o cebollas y que a las justas saca 10 o 15
soles para el diario de su hogar.
¿Y quiere ser Presidenta? La mochila que
carga Keiko es bastante pesada, aunque, aquellos que se hicieron ricos y
famosos con su padre, hagan lo imposible por mostrarnos otra faceta. Que
reconozca que la labor de la Comisión de la Verdad ha sido buena, que lamente
la esterilización de miles de mujeres, que diga que hay una deuda pendiente del
“fujimorismo” en la lucha contra la corrupción, suena un poco a estrategia
nueva, a mirar las elecciones, jugando con el sentimiento de esos 70% de peruanos
que no la aceptan, que no la quieren de Presidenta.
Acaba de inscribir a su plancha presidencial,
y ha sacado de las catacumbas fujimoristas a un verdadero matón político de
saco y corbata como resulta ser José Chlimper Ackerman, quien fuera ministro de
agricultura en los años de la dictadura, y que demostrara su matonería en una
entrevista, cuando dijo: “Yo, como Pepe Chlimper, con mis armas, con la
licencia de DISCAMEC, para el jueves a las 6 de la tarde, iré a tomar el puerto
del Callao. No es posible que 150 mil trabajadores de la agro exportación
vayamos a perder el trabajo de todo un año por culpa de 600 o 700 malnacidos”
César Hildebrandt dijo entonces: “Hemos
escuchado al Spiderman de Tel Aviv”. Y a este fujimorista de viejo cuño, Keiko lo
ha inscrito como Primer Vicepresidente.
¿Por orden de su papá? ¿Habrá habido alguna negociación entre padre e
hija? “Sacas a Luisa María, Martha y Alejandro, pero me pones a Pepe”, puede
haberle dicho el ex dictador.
Y es posible que no haya medido consecuencias.
Chlimper va a ser inmanejable para la
lideresa de Fuerza Popular. Por experiencias y por capacidad laboral. Por eso
la pregunta: “¿ES KEIKO FUJIMORI UN SALTO AL VACÍO?”
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