Dicen los viejos sabios que, “en pelea entre marido y mujer, nadie se debe meter”. Sin embargo, cuando la pelea sale de la intimidad del hogar, gana la calle y se hace pública, como que todos sentimos que tenemos derecho a opinar y a tomar partido. Es decir, nos identificamos con una de las partes.
El distanciamiento entre César Acuña Peralta (CAP) y su esposa, Rosa Núñez, viene de un buen tiempo atrás. Cuando derrotó al APRA en las elecciones municipales, CPA abrió una herida que no ha cicatrizado con el paso de los años. Al contrario, se agudizó con el triunfo de su reelección como Alcalde y, luego, con la de Presidente Regional.
Los reflectores de la prensa capitalina, si bien lo apuntaban, no le daban mucho protagonismo porque, como suele pasar, era “un alcalde de provincia”. No importaba los éxitos de sus acciones en el plano empresarial y económico. Algunos avizores políticos, de esos que más preocupados están de saber qué pasa con los partidos y políticos limeños, recién han descubierto en su verdadero nivel a Acuña. Y se han sorprendido. Para ellos ha sido una herejía que se presente de candidato a la presidencia, y, encima, que su aceptación popular empiece a crecer.
“Hay que pulverizarlo”, habrían dicho ciertos empresarios elitistas y con poder, no solo económico, sino también mediático. Y, entonces, salen las malas artes políticas a causar daño, no solo al candidato, sino a todo lo que le rodea. Claro, hay personas que no forman parte de esa élite, pero que se prestan al juego, buscando sabe Dios qué recompensa.
Dicen los que saben, que no hay mayor odio que el de una mujer despechada. Y, CAP lo está viviendo en carne propia. Todos podemos entender que, “sacar los pies del plato”, como se dice popularmente, acarrea problemas al hombre que lo hace. Pero, como dijo el Papa Francisco, refiriéndose a los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgarlos?
Dicen los que saben, que no hay mayor odio que el de una mujer despechada. Y, CAP lo está viviendo en carne propia. Todos podemos entender que, “sacar los pies del plato”, como se dice popularmente, acarrea problemas al hombre que lo hace. Pero, como dijo el Papa Francisco, refiriéndose a los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgarlos?
El flamante presidente argentino, Mauricio Macri, se ha casado tres veces, y su actual esposa tuvo un matrimonio, un concubinato con una hija como resultado, y luego se casó con Macri, con quien ya tiene otra hija. Los argentinos no se escandalizaron por estos compromisos, y lo eligieron Presidente. Claro, dirán algunos, cambiar de pareja no es problema, sino los maltratos físicos que le propinan, sobre todo a la mujer.
El asunto es que, quien ha salido con la pierna en alto para golpear a CAP es Alan García. Todos recordamos cómo es que, acosado por la prensa, se vio obligado a admitir a su sexto hijo. Y cómo su esposa, Pilar Nores, en una demostración de calidad humana, no hizo ningún reproche público a la actuación indecorosa de su marido.
Los peruanos no elegimos “santos de altar”. Quienes candidatean, saben que tienen virtudes que mostrar con mayor nitidez, y defectos que oculta, en la mayor oscuridad. La pregunta es: ¿Sabrá sortear CAP este aluvión de críticas hechas con mucha mala leche por García y los poderosos grupos mediáticos, en su contra? ¿Cómo se defenderá de los ataques de los periodistas limeños que cumplen cabal y regocijadamente su función de asalariados? Si Acuña logra mantener el tercer lugar en estas encuestas de Noviembre, su pase a segunda vuelta ya no resultaría algo extraño. Y, quedaría para el recuerdo amargo de quienes esperaban una lucha sin cuartel, estas peleas entre ACUÑA VS NÚÑEZ Y UN METETE.
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