jueves, 22 de octubre de 2015

Y AL FINAL EL APRA SIGUE IGUAL


Domingo tres de mayo 2015, por fin, y luego de varios años de espera, se realizaron las elecciones internas en el partido que fundó Haya de la Torre. Por diferentes causas, la dirigencia nacional no había querido llevar a cabo el cambio de las autoridades apristas, pero arrinconados por las bases, acicateados por la opinión pública que veía asombrada cómo cada día crecía la presencia del narcotráfico en el partido político más tradicional de nuestro país, no tuvieron otra salida que autorizar las elecciones.

Pero, como los propios apristas saben, la cúpula no se  las iba a poner tan fáciles a los cuestionadores. “Quieren elecciones, pues éstas son las reglas”, aseguran que dijo el primer actor nacional. El hombre que dividió al APRA, entre quienes siguen las enseñanzas  de Haya de la Torre y los que siguen los triunfos electorales de él. Sí me refiero a Alan García. Y, entonces, dispuso con la audacia y visión política que no deja de asombrar y tiene a su entorno más cercano como simples “felpudines”: “abran las puertas, que voten todos los peruanos que quieran votar. El APRA es el partido del pueblo y todos tienen derecho a pronunciarse”. Si cuñao, pero cuando fuiste presidente te olvidaste no solo de “todos” los peruanos, sino que dejaste fuera a la gran mayoría de apristas convictos y confesos.

Y, entonces, uno no deja de sorprenderse, como apristas de viejo cuño, como mi amigo Guillermo Pérez Sialer, está convencido de que “ha sido una idea muy acertada, el aprismo representa al pueblo y tiene la obligación de acogerlo”. Lo dice quien por diferentes motivos no ha podido cumplir uno de sus sueños, servir como dirigente a su partido. Pérez Sialer, a quien no se le puede señalar con el dedo de ser un aprista con rabo de paja, ha tenido que tragarse la hiel del desencanto, de la impotencia, de ver cómo gente honrada, honesta, con valores cívicos y morales han querido asumir la dirigencia local y no han podido.

Y como aseguran varios de esos apristas que siguen sintiéndose orgullosos de ser apristas, de formar parte de esa hermandad, con historia, con muertos, con heridos. De esa historia que habla de catacumbas, de perseguidos, de ultrajados y violentadas. Esos apristas que apoyaron hasta con su sangre para que García fuera presidente y que luego soportaron con estoicismos los desplantes y los maltratos que el “presidente de todos los peruanos” les propinó. Esos que hoy, en su gran mayoría, aceptan los dispositivos de una cúpula corrupta, desactualizada y alejada del pueblo. “El partido nos llama a votar y votaremos”.

Esa fe es la que hay que destacar y elogiar. Esa es la fe que propugnó el Viejo Maestro que, visionariamente dijo un día: “Hoy comienza para los apristas un nuevo capítulo de la historia del Partido. Las páginas de gloria o de vergüenza las escribiremos nosotros con sangre o con fuego”. Ese mismo Haya de la Torre, quien también dijo “Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas para el aprismo se siente acobardado, o sin fortaleza, no es aprista. En el APRA no queremos apristas que duden. No queremos cobardes. No queremos traidores”.

Claro, y los apristas de la hora actual, pero con historia familiar sufrida y doliente de los años de marginaciones, encarcelamientos y deportaciones, revisan sus sentimientos y sienten que fallarle al partido es fallarle al padre, al abuelo, al hermano caído. Entonces, su corazón vence a su intelecto. Sabe que el partido ha caído  hasta los sótanos más profundos, casi cloacales. Sabe que durante 10 años de poder, el ser aprista no le sirvió de nada, porque otros “flamantes e interesados” apristas aparecieron de las manos de los jerarcas, pero allí va él, a votar, a elegir a las nuevas autoridades.

Tiene un nuevo sueño. Sueña que  esta vez sí se realizarán las elecciones. Sueña que esta vez sí habrán cambios. Sueña que todas las denuncias sobre la ligazón del partido, de su partido con el narcotráfico se van a aclarar. No le importa que vote el vecino, que siempre le enrostra: “ustedes los apristas no son más que narcotraficantes y rateros” y él siente que no tiene  muchos argumentos para responderle. Y ahora va  a votar. Y la sonrisa ilumina su rostro. Está seguro que la nueva página de la historia que el Jefe dijo que se tendría que escribir, se haga con sangre y no con barro, con miasma. Eso espera, mientras forma su fila para votar con su carne de aprista y su DNI (por si acaso) y ve a su vecino que también forma su fila.

Cuatro listas mostró el aprismo lambayecano, para que una de ellas se hiciera cargo de la conducción del partido en los siguientes años. Pero, incluso aquí había una novedad. Solo el 60% de los ganadores serían dirigentes,  el otro 40% los pondría la lista que quedara en segundo lugar, y entonces, tendremos derecho a  especular qué vendrá: un arroz con mango o una pelea (versión siglo XXI) de los célebres protagonistas de la novela de Ciro Alegría “Duelo de Caballeros”: los faites,  Emilio Willman y Cipriano Moreno, conocidos por los alias de  “Carita” y “Tirifilo”.

Los aprista están acostumbrados a pelear. Ya casi no se nombra a los bravos del APRA, como se les conocía antes “Búfalos”. Pero sin duda, ahora que las discrepancias se dan más en los conceptos ideológicos y en la defensa de intereses personales, nadie sabe si irán a tomar nuevamente plena vigencia. Percy Ramos, Vicente Cabrejos, Marco Gasco y Juan Carlos Torres decidieron participar y desde el saque supieron, tres de los cuatro, que iban a enfrentar al poder tras el trono.

Sin duda que Ramos Puelles, quien había sido subsecretario saliente de Andrés Palma, tenía desde antes de realizarse el proceso, todas las de ganar. Es un hombre del Hombre del APRA en Lambayeque, Javier Velásquez Quesquén. No importaba su derrota del 5 de octubre pasado. No importaban los cuestionamientos que su labor de alcalde han generado. No importaban los probables juicios penales que se le podrían presentar. Había sido leal con el Cacique lambayecano. No sé si servil, pero leal sí. Y entonces, el Sipán de nuestro tiempo, lo volvió a investir. “Tú serás el nuevo secretario general” habría sido el ofrecimiento dado.

Pero Ramos, que no es avezado como su mentor, comenzó a preocuparse. Y habría dudado. Claro, un viejo zorro de estos menesteres electorales, que en el pasado fue también del círculo cercano del Cacique, Vicente Cabrejos, entró a competir. Ya había sido secretario general, consejero regional, era un hombre del cogollo velasquista y sabía que, hablando fuerte y claro, haría temblar varias piernas. Y se fue al cuello del Cacique y ninguneo a Ramos. Le dio también a Gasco: “no tiene historia partidaria” e ignoró a Torres.

Dicen que, entonces, Ramos Puelles le pidió a su amigo, consejero, gurú y guía, que lo acompañe en la campaña. Muchos apristas aseguran haberlos visto, incluso dicen que lo vieron al Cacique levantando el brazo del exalcalde lambayecano. Entonces, así cualquiera. Ramos ganó, para bien o para mal, pero ganó. Ahora dicen que el gran perdedor fue Cabrejos, por su historia en el aprismo lambayecano, aunque otros señalan a Marco Gasco como el gran derrotado. Gasco era, con Torres, la esperanza de los jóvenes. Había hecho un gran papel en las elecciones de octubre pasado. García confió en el su última visita. “Fue mucha su desesperación” asegura Pérez Sialer. “Se quemó”, dijeron otros apristas.
Gasco Arrobas, una de las jóvenes esperanzas que tiene el aprismo lambayecano, debería tener siempre presente unas palabras del Viejo y Gran Maestro: “Cuando la juventud presencia el espectáculo de un país (partido) desorganizado, desmoralizado y vendido, los jóvenes no pueden aprender otra lección que la desesperanza”. Y, porque como lo dijera el 22 de Febrero de 1969: “El APRA fue, es y será un partido juvenil y seguiremos siendo jóvenes, porque pensamos como ellos y porque creo que la vejez empieza cuando los hombres mayores no entiendan a los más jóvenes”.


Dejen, Marco y Kiko, que otros se hagan viejos, sin entender el mensaje del fundador. Vendrán otros tiempos para ustedes y miles como ustedes. Mientras tanto solo podemos decir…Y AL FINAL EL APRA SIGUE IGUAL              

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