Hasta hace algunos años, solía decirse que “DETRÁS DE UN GRAN HOMBRE HAY UNA GRAN MUJER”, luego se cambió el “DETRÁS”, por “AL LADO” y no sé si las cosas cambiaron para peor, pues mientras
el primer mensaje estuvo vigente, la labor de las mujeres que habían unido sus
vidas a personajes públicos, fue siempre la de acompañantes y la de damas de
caridad. Es decir estaban siempre atentas a solucionar problemas que pudiesen
afectar a personas indigentes o comunidades donde la pobreza campeaba,
Mayormente no se metían en política, es decir
aunque pudiesen tener una opinión sobre lo que estaba pasando en el país,
preferían guardarla para sí, o mantenerla como secreto de alcoba. Más todavía
si el esposo, era el Presidente de la República. Como todos sabemos, hasta
ahora ninguna mujer ha ocupado por elección, el más alto cargo de la Nación. Marisol Espinoza, la congresista
piurana, era segunda vice presidenta y ante la renuncia forzosa de Omar Chehade, ocupó ese lugar y más
de una vez .por ausencia de presidente Humala, lo ha reemplazado. Pero solo por
días y Marisol, es soltera.
El haber convertido, la gran prensa limeña
monopolizada y los adversarios políticos
del régimen a Nadine Heredia, la
esposa del presidente en una especie de piñata de fiesta infantil, me llevó a
hacer éste artículo, recordando un poco la tarea cumplida por las mujeres que
en su momento acompañaron a sus esposos en la ardua tarea de gobernar el país.
Era la madrugada del 3 de Octubre de 1968 y
el Presidente Belaúnde era retirado
del Palacio de Gobierno, por personal de la Fuerzas Armadas y llevado a un
barco para ser deportado luego a Argentina. Él se había separado de su esposa y aunque todos sospechaban de un
romance con su secretaria Violeta Correa, no había nada confirmado. A las
10 de la mañana de ese día, llegaron en
un helicóptero los integrantes, de lo que más tarde se llamó Gobierno Revolucionario de la Fuerzas
Armadas. Y luego se supo el nombre del líder. El General de División EP, Juan Velasco Alvarado.
Su esposa, nacida en Ica, era María Consuelo Gonzáles Posada Arriola,
que como todas las mujeres de oficiales del Ejército había acompañado a su
marido a todos los lugares donde lo destinaron. Y cuando llegó a Palacio
también. No era una mujer que le gustara
la figuración, pero acostumbrada a las labores sociales que acostumbran las
damas de las Fuerzas Armadas, aceptó presidir la Junta de Asistencia Nacional y
estuvo al lado de su esposa en las horas iniciales de Villa El Salvador. Ésta misma situación le cupo a la señora Rosa Pedraglio de Morales Bermúdez,
cuando su esposo se autoproclamó
Presidente de la República, desplazando al General Velasco.
Durante su segundo período Fernando Belaúnde
se casó con Violeta Correa Miller,
una chalaca –nació en La Punta- que fue su secretaria en su primer período y
que había trabajado como periodista, en el diario La Prensa, por aquellos días,
con enorme influencia en la opinión pública del país. Ella sufrió los embates
que el gobierno militar les aplicó a mucha gente, pero sobre todo a los
acciopopulistas. “Violeta, Violeta”
gritaban las mujeres cuando llegaba a visitar sola o con su marido, distintos
lugares del Perú. No tuvieron hijos y quien sabe eso le facilitó su tarea.
Violeta
Correa, fue vivo ejemplo de la honestidad de la mujer peruana. Impulsó cocinas
familiares, centros comunales y otras obras, pero jamás buscó sobresalir
disminuyendo la figura de su esposo. Fue querida y respetada por simpatizantes y
adversarios políticos del presidente Belaúnde. Murió el 1° de Junio del 2001.
Cuarenticinco años después del “Ultimátum
de la Merced.
Pilar
Nores Boderreau de García, había nacido en Córdova, Argentina. Allí estudio
incluso su profesión. Ya como economista
viajó a Inglaterra y en una visita a Madrid, conoció a Alan García, por
entonces un bohemio de buen hablar. Se casaron y tuvieron cuatro hijos. Los
peruanos nos olvidamos que no había nacido en el Perú, como algunos años atrás,
cuando no se le perdonó a Armando Villanueva, que se hubiese casado con una muy
digna dama chilena y la aceptamos. Así somos. Pilar nos ganó con su carita dulce y su poca exposición mediática. Era
la esposa y en política no se metía.
Ella creó
la Fundación por los Niños del Perú, desde donde trabajó indesmayablemente
por ellos, durante los dos períodos, que los peruanos sufrimos con su marido
como presidente. Y valoramos su abnegación para aparecer al lado de García
cuando descubierto por la prensa, tuvo que aceptar la paternidad de un sexto
hijo, a quien en la campaña electoral lo había negado. Hoy están separados, pero mientras que a García, muchos peruanos no lo
pueden ni ver, a Pilar por donde va le demuestran su afecto.
Nunca nos imaginamos, que dos descendientes
de japoneses llegarán a Palacio de Gobierno. Pero en 1990 nos topamos con esa
realidad. Susana Higuchi Miyagawa, íngeniera
civil casada desde 1974 con Alberto
Fujimori Fujimori, se convirtió en la Primera Dama. Recuerdo que una de sus
primeras apariciones en la prensa, fue para criticar lo que se había hecho en
la Fundación por los Niños del Perú. Después,
sabiendo que ella había trabajado la campaña con su marido y habiendo aportado
económicamente, se despuntó mediáticamente y en 1992, acusó a familiares muy
cercanas a Fujimori, de haber traficado con ropa donada por el Japón, acción
que el dictador nunca le perdonó.
Dos años después y luego de haber sido
secuestrada y torturada en el propio Palacio, se divorció de Fujimori. Sufrió la decepción de haber visto cómo su
hija Keiko, prefirió los oropeles del
poder, antes que a su madre. Tiempo después la perdonó, pero ya no fue la
misma.
Alejandro Toledo, en sus primeros años de candidato, no habló de ella, ni la
mostró porque estaban separados. Se habían casado en EEUU, cuando Toledo era un
joven estudiante de economía y ella estudiaba Antropología. Eliane Chantal Karp Fernenburg, era la pelirroja que llevo
Toledo a Palacio, luego que divorciados se volvieran a casar. De genio fuerte y
lengua vivaz, no se dejó pisar el poncho por nadie. Llamó “pituquitos” a los miraflorinos y al primer actor nacional no le
dejó hueso bueno. Provocaba controversias, por sus ocurrencias, como la de “mi cholo sano y sagrado”, pero a
muchas mujeres les encantaba su franqueza.
Envuelta
en temas judiciales, no se ha ido del país y está al lado de su marido
ofreciendo batalla, con el mismo ímpetu, que mostró cuando luchaba por los
pueblos marginados sobre todo de sierra y selva. Ser antropóloga, le
permitió hacer un trabajo científico sobre muchas de las realidades de los
peruanos marginados. Lamentablemente, el segundo gobierno de García no ahondó
ese trabajo.
Y llegamos a Nadine Heredia Alarcón, nacida en Lima, se convirtió a los 35 años,
en la Primera Dama, cuando Ollanta Humala llegó a la Presidencia. Su sonrisa cautivadora, mostrando una
dentadura sobresaliente, le dio al poco tiempo un altísimo porcentaje de
aceptación ciudadana. Antes de cumplir dos años en el mando, ésta joven
mujer peruana, graduada en periodismo y
con una maestría en Sociología, ya era propuesta por distintos medios
para ser presidenta en el 2016 y entonces su vida cambio. Y cambió a tal extremo que su suegro, que no le ha perdonado nada,
se expresó de ella como “borrachita de poder”. La enorme influencia que tiene
sobre su esposo, fue jugando en contra de ella y ahora está inmersa en una
serie de problemas judiciales, que la van a acompañar más allá del 2016.
Es seguro que muchas de las esposas de los
políticos con proyecciones presidenciales, estarán esperando el momento del
triunfo, para acudir a Palacio de Gobierno, salvo por supuesto Keiko, que si
gana convertiría a su marido en el “Primer Caballero del Perú”, pero si no,
habrá que esperar para saber quién será LA MUJER DEL PRESIDENTE.
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