No ha sido muy afortunado el
alcalde David Cornejo Chinguel (DCCh)
en la designación de algunos de sus funcionarios. Antes de asumir el cargo,
tuvo que dejar fuera a uno de los designados, y a los pocos días de asumir, a otro más. Luego, en la sesión donde se iba a
elegir al candidato de la MPCh para el directorio de EPSEL, tuvo que suspender
la misma ante el pedido del regidor de Marco Gasco, César Torres, quien
descubrió que el candidato propuesto por el regidor Boris Bartra era
arquitecto, profesión que no está considerada
en la Directiva No.01-2014-OTASS/CD.
En el Artículo 4, “Requisitos para ser elegido Director” en el inciso a),
se señala claramente que solo pueden ser candidatos: ingenieros, economistas,
abogados, contadores y administradores de empresas. Arquitectos no. Se imaginan el papelón si es
que Torres no se hubiese fijado en ese “pequeño
gran detalle”. Hubiese sido otro infortunio para el alcalde. Días después,
el regidor Montenegro Bermeo
presentó una nueva candidatura. Víctor
Hugo Bravo Monje fue el recomendado, y el Concejo de manera unánime aprobó
su designación.
Cuando le pregunté a Montenegro
si lo conocía bien, me dijo que era un buen muchacho, un buen profesional, que
era vicepresidente de CAPECO y que tenía su empresa constructora. Detalles generales que cualquiera hubiera
podido sostener. El regidor parecía y
parece no haberse dado cuenta del nivel de profesional que se requería para
liderar EPSEL. Sobre todo, teniendo en cuenta lo que la empresa pasó en los
últimos años, su actual situación y sus
problemas de atención a los usuarios del sistema. Propuso a un buen muchacho cuyo accionar profesional, discurría
plácidamente en el anonimato empresarial.
La situación del directorio de
EPSEL, ha sido muy especial en este año.
Iniciaron sus labores con solo tres miembros. Luego renunció uno y hasta
hoy permanecen con dos. El suplente del renunciante, está siendo evaluado en la
OTASS, lo mismo que el representante de la Sociedad Civil. El Gobierno Regional de Lambayeque debe aprobar en los próximos días la
candidatura del ingeniero Segundo Paico Gasco como su representante ante el
directorio.
Así las cosas, y con el inicio de
la obra más importante en la última década que tiene EPSEL, es decir la
construcción de los nuevos Emisores de la ciudad, el escenario parecía ser
tierra de nadie, y entonces Bravo empezó a jugar su partido aparte. Sin mucho conocimiento de la administración
pública, pensó que sus deseos eran órdenes, y que, si decía “a” aunque fuera
“z” todos los trabajadores de la empresa, empezando por el Gerente General,
debían obedecerle.
Craso error. EPSEL es una empresa con muchos problemas, y seguramente,
con trabajadores que no le ponen
ni el empeño ni la ética necesaria a sus labores. Pero hay muchos, y yo diría la gran mayoría, que sí ponen el pecho por
la empresa. Aún cuando a algunas
personas, como por ejemplo el decano del CIP-CRL, no les guste, en EPSEL hay
técnicos y profesionales muy capaces, con experiencia y con identificación hacia
su institución. Ellos detectaron rápidamente la sinuosa actitud de Bravo
Monge con relación a los Emisores de Chiclayo.
El presidente del directorio no se sabe bien porqué, pero al parecer
influenciado por algunas empresas y contratistas, había “decidido” analizar la posibilidad de cambiar las
tuberías que se iban a utilizar (y que de acuerdo al Expediente Técnico deben
ser de fibra de vidrio) por otras de plástico corrugado HDT. Y ardió Troya. Acostumbrado a la actividad
privada, el novel e inexperto Bravo
Monge creyó que podía cambiar lo señalado en el expediente, aduciendo que “se iban a ahorrar cerca de cinco millones
de soles”. Al parecer “¿desconocía?”, que un Expediente Técnico, una vez
aprobado con su presupuesto asignado,
licitado y con ganador indiscutido, NO
SE PUEDE CAMBIAR, salvo que quien lo originó y la propia empresa dé su
conformidad.
De acuerdo al criterio de los
técnicos de EPSEL, los tubos de fibra de vidrio eran los más convenientes. La
mortificación que iba en aumento entre ellos, era porque el consorcio ganador,
que tuvo la oportunidad en su momento de sugerir el cambio de los tubos, no lo
hizo. Se comenzaron a preguntar si acaso ellos no habían coordinado con Bravo
para hacer esos cambios que no iban a aceptar de ninguna manera, pues eran
perjudiciales para la emblemática obra, cuyo horizonte de servicio es por los
próximos cincuenta años.
Cierta mañana, Bravo llamó a la
oficina de la presidencia a algunos funcionarios de la empresa para hablarles
sobre su intención de cambios de los tubos, y entonces el Gerente Técnico, el ingeniero Víctor Rodríguez, le dijo rotundamente: “de ninguna manera, el expediente señala tubos de vidrio y esos son
los que se van a poner”. Dicen que Bravo no lo podía creer. Tenía solo dos
meses en funciones, había logrado implantar algunas de sus ideas, que a muchos
en la empresa les hacían recordar las épocas de Percy Quesquén, y creía que el
cambio que propugnaba era “papayita”.
Rodríguez fue más contundente y
le dijo a Bravo: “por si acaso ya le
hemos respondido al Consorcio que no habrán cambios”. Bravo, que ante las
respuestas ya estaba como su apellido, preguntó: “¿y por qué ha hecho usted eso?”. Rodríguez, experimentado
ingeniero, que durante la época de Quesquén se negó a convalidar acciones de
corrupción y que por ello fuera relevado de su cargo y refundido en la zonal
Ferreñafe hasta que Humberto Acuña lo llevó como consultor al GRL, le contestó:
“presidente, las cartas del contratistas
se deben responder a las 24 horas de haber sido recibida y eso se ha hecho”.
Y comenzó la venganza. Bravo
llamó al jefe de personal y le pidió que le alcanzara un informe sobre Víctor
Rodríguez. “Quiero saber si llega tarde,
si falta, si tiene alguna sanción”. Por supuesto no había nada, pero Bravo
se enteró que había un pedido de licencia que Rodríguez presentó para ir a
trabajar al GRL. “Actívela, que se vaya” dijo Bravo, sin
saber que al empezar el año, el alcalde Cornejo le pidió a Rodríguez que se
quedara para que ayudara en la gestión. Le manifestó su confianza y Rodríguez
creyó en él.
Pero, al parecer, la estrategia
de Bravo va más allá de los emisores. Dispuso
el cambio de dos gerentes y una subgerenta:
Joel Camacho de Recursos Humanos, María Esther Núñez de Administración y María Bernabé Carrillo de Logística. Se
dice que sus reemplazos los iba a poner Bravo, tan igual como en los viejos
tiempos. Y, entonces, el Sindicato entró
en acción. Hicieron un plantón en el hall de entrada al lado de la oficina del
presidente, con él adentro, y por un lapso de tres horas lo tuvieron sin salir.
Hasta que llegó el alcalde Cornejo para solucionar la situación.
Llamaron entonces a Víctor
Rodríguez para que le informara a Cornejo lo que estaba pasando, y con la
seriedad que lo caracteriza, señaló: “el
presidente ha querido cambiar los tubos de los emisores y yo le he dicho que no
es posible”. Bravo estaba lívido, no podía ni hablar. Seguramente, por su mente pasó el vergonzoso momento que vivió en el
Jockey Club, cuando se metió a una cancha de tenis de polvo de ladrillo a jugar
con zapatos de calle y lo sacaron, como dicen los jóvenes “con roche”.
Rodríguez siguió: “y ahora me quieren
activar la licencia para que me vaya. Esto me huele mal. Soy incómodo para el
presidente”.
Y, Bravo, con un semblante
cadavérico, producto de la vergonzosa situación que vivía, con voz trémula,
dijo: “no ingeniero, yo no lo he querido
sacar, sino que usted había pedido licencia. En todo caso le pido disculpas y
por favor acéptelas”. Dicen algunos miembros del Sindicato que no lo podían
creer. Un humillado Bravo trataba, delante del alcalde, de corregir su
disparatada propuesta de cambio.
El alcalde, con su experiencia
profesional y empresarial, se dio cuenta que la cosa no debía ir a mayores y
pidió se supere el incidente. Le aceptaron, aunque la situación ya no va a ser
la misma. Bravo quería hacer lo mismo
que Quesquén, es decir, convertirse en un “presidente ejecutivo”. Por eso la
intención de querer cambiar de puesto a
los funcionarios, de querer saber quiénes son los proveedores e incluso, en el colmo de
la imitación, de querer aprobar a qué medios se les da publicidad y a quiénes
no. Igualitito que en el pasado reciente.
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