domingo, 12 de abril de 2015

DIEZ SOLES POR UNA HONRA

Hace algunos días, un medio de comunicación local publicó una denuncia que una ciudadana presentó en el Ministerio Público contra los Fiscales Superiores: Alejandro Lamadrid, Carmen Miranda Vidaurre y el abogado Jorge Tenorio Buitrón, este último, al parecer, sería un asesor en dicha dependencia, acusándolos de malos manejos en algunas de las licitaciones que se realizaron durante la presidencia de los dos fiscales nombrados.

No conozco a la señora Miranda, más allá de la difusión de su labor en los distintos medios de comunicación. Siempre me imaginé cómo habría sido su reacción cuando en un medio le sacaron las famosas fotos bailando con el actual Gobernador, siendo que éste tenía la condición de procesado en algunos casos que estaban ventilándose  en alguna de sus fiscalías.

Sí conozco a Alejandro Lamadrid Ubillús. Sé de su hombría de bien, de su profesionalismo. Conozco su férrea voluntad para seguir capacitándose, para seguir aportando a su institución y al país, pues, es un experto en temas medio ambientales y ha escrito algunos libros al respecto. Amigos comunes me hicieron conocer su origen humilde, su paso por la Policía Nacional, los grandes esfuerzos que debió hacer para terminar sus estudios de Derecho en la UNPRG, lo excelente alumno que fue.

Alguna vez, cuando era ya Fiscal Superior, me contó que vivía en el PJ Cruz de la Esperanza y que, quien por entonces era la Fiscal Decana, Margarita Gil, le había dicho: “Doctor, mañana mismo busca usted una casa en otra zona. Donde vive,  corre un riesgo mayor y eso me preocupa”. Y tuvo que salir. Sus hijas, verdaderas joyas de su familia, se han hecho profesionales con el esfuerzo de su padre y la dedicación de la mamá.  Hay pues, como en numerosas familias chiclayanas, un ambiente donde el amor de sus integrantes conlleva a la práctica permanente de valores en todo orden de cosas.

Estimo que, tanto Lamadrid Ubillus como Miranda Vidaurre y el abogado Tenorio Buitrón, saben que su actuación como funcionarios públicos está sujeta al ojo avizor de muchas personas, algunas estrictas pero con buena intención. Y, en otros casos, con aplausos o golpecitos en la espalda, pero con el cuchillo presto para clavarlo en las primeras de cambio.

En la primera semana del pasado Marzo, una humilde mujer de 58 años de edad presentó una denuncia contra los fiscales mencionados y el asesor, acusándolos de direccionamientos en algunas licitaciones. Martha Alejandrina Alarcón Juárez, que así se llama la denunciante, se dedica a la limpieza de oficinas, como trabajadora independiente desde  hace algunos años. Entre sus clientes está el abogado  José Barrueto Pérez, quien tiene su oficina en la calle Elías Aguirre y a quien, además de limpiarle su ambiente, solía apoyarlo, llevando documentación a los juzgados y a la misma fiscalía.

Cierta mañana,  mientras se encontraba haciendo su tarea en la oficina del abogado Barrueto, éste le dijo si podía ir a limpiar la oficina del abogado  Percy Chávez, ubicada en la calle M.M. Ízaga, casi en el límite con Sáenz Peña . Martha Alejandrina aceptó el pedido y fue a efectuar la limpieza. Cuando llegó, observó la presencia de una mujer de ojos achinados, pelo lacio color marrón castaño, de estatura baja y de contextura mediana. Se dio cuenta también que el abogado Chávez trataba con familiaridad a la mujer.

En un momento, el abogado le dijo: “Doña Martha ¿qué le parece, se quiere ganar un dinerito extra para que tenga para comer?”  La mujer, quien solo tiene segundo de primaria incompleta, aceptó. Y, entonces, el hombre de leyes sacó unos documentos y le pidió que los firmara. La mujer que a las justas  sabe leer y tiene sin duda un bajo nivel de comprensión de lectura, pero no es tonta, le preguntó al abogado: “¿por qué hay tantos documentos para firmar? ¿No son cosas graves, verdad?” Chávez le dijo que no se preocupara, que eran para un trabajo, y le iba poniendo una tras otra las hojas con tal rapidez que Martha no podía leerlas.

Pero mujer al fin, lo que sí pudo ver, fueron las miradas de satisfacción del abogado y de su acompañante. “Ella se frotaba las manos mostrándose complacida”, manifestó Martha. Luego terminó de firmar y el abogado le dijo a la extraña mujer de ojos achinados: “Págale”. Entonces, cuenta Martha, que sacó de su cartera un billete de 10 soles y se lo dio. No sabía que lo que había firmado era una denuncia grave contra dos fiscales, a quienes, de entrada, los  lesionaba en su honor.

Días después, fue llamada por el abogado Barrueto. “Estaba muy molesto”, asegura la denunciante, y cuenta que le llamó la atención: “¿Por qué has firmado documentos en los que  acusas  a una Fiscal que es mi amiga?”. Y, entonces, no le quedó otra que decirle que fue el abogado Chávez quien la hizo firmar esos documentos, y luego éste le dio 10 soles como propina.

Hoy, Martha Alejandrina está arrepentida de lo que hizo, y recuerda amargamente las palabras de Chávez: “Con esto ya los fregamos”. El Ministerio Público emitió la Nota de Prensa N° 65, rechazando las imputaciones que se han hecho sobre “Direccionamiento de Licitaciones”. Como suele pasar muchas veces entre los medios, salvo el que dio cuenta de la denuncia, después de darle vuelta a la Nota, la publicó. El resto silencio.

Es de esperar que esta situación no termine, porque la denunciante ha tomado ahora otra actitud. La dignidad de una persona no se gana de la noche a la mañana. Se gana en base a esfuerzos diarios de buen comportamiento,  práctica permanente de valores, en su vida pública y privada, más todavía, si se es autoridad. Alguien debe dar cuenta por este daño.  Y ya hay, por lo menos, un par de nombres a los que se les debe interrogar, mientras se ubique a la mujer achinada, que seguramente debe estar gozando de sus minutos de gloria.

¡Qué tal mensaje! … Ahora se puede pagar DIEZ SOLES POR UNA HONRA.

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