viernes, 27 de junio de 2014

“¿LA NUEVA DESPENSA….O LA NUEVA PARADA?”


 La informalidad, la irresponsabilidad, la falta de planificación, han sido compañeras de ruta en esta nave que pilotea Roberto Torres Gonzáles. Sin brújula, sin un norte definido, Chiclayo y los chiclayanos vemos pasar, ahora sí, con dolor y rabia los acontecimientos que han motivado el indiscutible atraso que muestra nuestra ciudad, con relación a Trujillo y Piura.
El problema de los ambulantes ubicados en los alrededores del Mercado Modelo, era un tema pendiente de resolver en la agenda municipal, desde hace algunos años atrás. El alcalde Torres no quiso solucionarlo a las buenas. No quiso tomarse el trabajo de sentarse a dialogar con los involucrados y hacerles ver que, su situación de permanencia era imposible, pues el Poder Judicial ya se había pronunciado y por más largas que se le quisiese dar al asunto, iba a llegar el momento en que tendrían que salir, por las buenas o por las malas.

Los comerciantes informales ubicados en esos sectores, no eran ni son enemigos. Son seres humanos con distintos problemas, que requieren ser escuchados y que, en todo caso, la autoridad de turno los ayude a solucionar sus problemas. Torres, si alguna vez los escuchó, les mintió. Por lo que hemos visto hace poco, esos trabajadores que laboran en precarias condiciones, que no tienen seguro médico, ni ellos ni sus hijos, que trabajan bajo el sol o la lluvia, que no tienen domingos ni feriados, ni fiestas patrias, ni navidad, que no tienen aguinaldos, ni vacaciones, que solo buscan el pan diario de cada día, que no tienen derecho a enfermarse, porque  de hacerlo, no hay comida en la casa, se quedaron solos en sus reclamos. 

A esa gente, Torres Gonzáles, la ha engañado vilmente. Primero y como una muestra de su aparente respaldo, hizo que “su” concejo aprobara el pago  de una cantidad de dinero en forma diaria, para que siguieran ocupando veredas y pistas. La ciudad protestó, pero una vez más, al alcalde le importó “un pepino” lo que pensáramos. Le interesaba jugar con la ilusión de esa gente, que lo vieran como su aliado, como su salvador. “Qué sentencia judicial, ni ocho cuartos, mientras yo sea alcalde a ustedes no los toca nadie”, parecería fue el mensaje de Torres. Se sentía seguramente un intocable.  Su reincorporación a la alcaldía, con  el apoyo del TC, era sin duda su carta fuerte de presentación.

Pero el alcalde no contó con la perseverancia del Comisionado de la Defensoría del Pueblo, que no se cansó de pedir que se aplicara la sentencia de desalojo, y si Torres confió en que sus contactos en el Ministerio Público y el Poder Judicial respaldarían sus acciones, se equivocó. A la firme decisión del Comisionado, se unió INDECI, que por años había señalado su preocupación por cómo estaba el mercado Modelo. Y entonces Torres quiso responsabilizar a la PNP, por su  aparente “falta de apoyo”. El alcalde señaló que se requerían cerca de dos mil efectivos para proceder al desalojo de los comerciantes. “Si no nos apoyan, cómo acatamos la orden judicial“, señaló más de una vez el alcalde, y no le faltaba razón.

Hasta que un día, el General Clubber Aliaga, le dijo: “bueno pues Alcalde, aquí están los efectivos, ahora, usted dirá”. Ya no había excusas y comenzaron los rumores. Se dice que Torres se reunió secretamente con los dirigentes de los trabajadores y les pidió que abandonaran los lugares donde se apostaban. Se dice que Torres les prometió que en tres días volverían, pero que así retirándose, le permitirían a él sustentar ante el juez  que ya había cumplido el mandato y que no era su responsabilidad el regreso de los comerciantes.

Cuando en la madrugada del 24 de abril del 2014, elementos del Serenazgo y la Policía Municipal y los 1,500 efectivos policiales llegaron al Modelo, se encontraron con veredas y pistas vacías. No había puestos, ni seres humanos atrincherados, dispuestos a morir por su parcela donde trabajaban. No hubo nada qué desalojar, salvo las miles de ratas que huían desesperadas  ante la presencia de la maquinaria, que recogía toneladas de basura. Si hubo una promesa de Torres y los comerciantes le creyeron, solo el tiempo permitirá saberlo, pero lo que sí se sabe es que al alcalde le falló el cálculo. La jueza del II JEC dijo que era responsabilidad del alcalde que esa situación de no presencia de comerciantes fuera permanente, de lo contrario tendría que asumir las consecuencias.

Y, entonces Torres se preocupó por dar una solución a la “papa caliente” que tenía en sus manos y empezó una vez más a mostrar su informalidad, su falta de seriedad, su irresponsabilidad y su falta de planificación.  Anunció que en un terreno de la Beneficencia de Chiclayo, de más o menos 7,000 metros, se ubicarían unos 2000 comerciantes. A los pocos días,  el directorio de la Beneficencia le dijo que no. Que su pedido había sido rechazado. Y comenzaron las divagaciones. Que aquí, que allá, que más allá. Que el Santos Choquehuanca, que otro mercado, hasta que apareció “el diablo en campaña” y le habló al oído a Torres: “la Nueva Despensa Alcalde, ésa es la solución”. ¿Quién era? Pues ni más ni menos que Lucio Asalde, un ex decano del Colegio de Ingenieros, que al cabo de casi dos décadas, volvía a Chiclayo con la idea de ser Alcalde.

Asalde participó en los proyectos iniciales de La Despensa. En 1992, el ingeniero Carlos Ramírez Morales,  concibió la idea de un gran mercado en un terreno de su propiedad. Amigo de Asalde, le pidió que desarrollara su idea y así lo hizo. Sin embargo, no se pusieron de acuerdo y Ramírez, un fervoroso creyente de lo que él llamaba “el Mercado Mayorista que requiere Chiclayo”, siguió por su cuenta.  Años después y con experiencias ganadas en viajes a otros países para ver construcciones y funcionamientos de grandes centros de abastos, logró aliarse con la Corporación Sagitario, por esos años una constructora muy reconocida.

Luego de varios estudios, contactos con autoridades y comerciantes interesados, el proyecto comenzó a andar. El 31 de Diciembre de 1996, Miguel Ángel Bartra, a la sazón, alcalde de Chiclayo, firmó la Resolución de Alcaldía No. 2534-96, con la que se aprobaban en su artículo primero: “los estudios definitivos de habilitación para uso especial del denominado Centro Mayorista de Abastecimiento Regional “La Despensa”, el mismo que se desarrollará en una extensión de 40.36 hás. ubicado en el distrito de José L. Ortiz”. Visión de futuro del alcalde Bartra, ajustada a lo que señalaba el Plan de Desarrollo Urbano de Chiclayo aprobado en  1992 por el INADUR (Instituto Nacional de Desarrollo Urbano, habiéndose actualizado y aprobado su validez hasta el 2025.

Y los años fueron pasando. Consorcio Sagitario, que invirtió una gran cantidad de dinero en el cercado del terreno, habilitación de tierras y construcción de más de 150 módulos, no pudo seguir adelante, porque sintió que no hubo apoyo de las autoridades para que el proyecto avance, por lo que decidió retirarse. La propiedad pasó a otros dueños, cada uno de los cuales, buscó terminar las obras sin ningún éxito. Hay comerciantes que buscaron financiamiento para la adquisición de módulos, porque el proyecto del Gran Centro de Abastos “La Despensa”, era viable. Les permitiría trabajar en orden y con modernidad. No pudieron ver realizado su sueño.

Ahora, un señor Fernando Pérez es el dueño. Dicen que Asalde, por entonces, decidido candidato a la alcaldía, aunque sin saber con quién, habló con Pérez: “lo que pasa es que no han sabido manejar el proyecto. Dame la oportunidad y en 48 horas te pongo 4000 comerciantes aquí”. Pérez que ha invertido su plata y al que, al parecer no le han explicado que “La Despensa” fue concebida y su proyecto aprobado como Centro Mayorista, le dio el visto bueno. Se dice que Asalde, Pérez y Rafael Aita, fueron a una entidad bancaria con algunos comerciantes para conseguirles financiamiento y puedan ir a “La Despensa”.

Hoy, ya están instalados cerca de dos mil comerciantes. Torres Gonzáles, en unas declaraciones irresponsables, les prometió invertir cerca de 30 millones de soles, para hacer un circuito vial que permitiera el acceso de compradores y les aseguró que EPSEL haría las obras de saneamiento. En la empresa de agua respondieron de inmediato: “Es una empresa privada. La ley nos prohíbe invertir dinero en ese tipo de propiedad. Además no contamos con presupuesto”. Adiós promesa ¿Y ahora?

Lo terrible de esto es ver cómo una persona que es autoridad, que está en su casi octavo año como tal y otra persona que quiere serlo,  no piensen en el futuro de Chiclayo. Más grave es el caso de Asalde, porque como ingeniero, que muchas veces ha mostrado un aparente interés por lo que pasa en Chiclayo, se preste a una acción que impediría el que contemos con un Mercado Mayorista: Al diablo con el progreso, al diablo con las normas. No interesa la ciudad. Me importa un pepino la chiclayanidad. Lo que quiero es ganar y esos votos me son necesarios. Qué lástima. Y quiere ser Alcalde, sin embargo ya hay varias voces que conocen el tema y se empiezan a preguntar: “¿LA NUEVA DESPENSA….O LA NUEVA PARADA?”



         

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