El problema de los ambulantes
ubicados en los alrededores del Mercado Modelo, era un tema pendiente de
resolver en la agenda municipal, desde hace algunos años atrás. El alcalde
Torres no quiso solucionarlo a las buenas. No quiso tomarse el trabajo de
sentarse a dialogar con los involucrados y hacerles ver que, su situación de
permanencia era imposible, pues el Poder Judicial ya se había pronunciado y por
más largas que se le quisiese dar al asunto, iba a llegar el momento en que
tendrían que salir, por las buenas o por las malas.
Los comerciantes informales
ubicados en esos sectores, no eran ni son enemigos. Son seres humanos con
distintos problemas, que requieren ser escuchados y que, en todo caso, la
autoridad de turno los ayude a solucionar sus problemas. Torres, si alguna vez
los escuchó, les mintió. Por lo que
hemos visto hace poco, esos trabajadores que laboran en precarias condiciones,
que no tienen seguro médico, ni ellos ni sus hijos, que trabajan bajo el sol o
la lluvia, que no tienen domingos ni feriados, ni fiestas patrias, ni navidad,
que no tienen aguinaldos, ni vacaciones, que solo buscan el pan diario de cada
día, que no tienen derecho a enfermarse, porque
de hacerlo, no hay comida en la casa, se quedaron solos en sus
reclamos.
A esa gente, Torres Gonzáles, la
ha engañado vilmente. Primero y como una muestra de su aparente respaldo, hizo
que “su” concejo aprobara el pago de una
cantidad de dinero en forma diaria, para que siguieran ocupando veredas y
pistas. La ciudad protestó, pero una vez
más, al alcalde le importó “un pepino” lo que pensáramos. Le interesaba jugar
con la ilusión de esa gente, que lo vieran como su aliado, como su salvador. “Qué
sentencia judicial, ni ocho cuartos, mientras yo sea alcalde a ustedes no los
toca nadie”, parecería fue el mensaje de Torres. Se sentía seguramente un
intocable. Su reincorporación a la
alcaldía, con el apoyo del TC, era sin
duda su carta fuerte de presentación.
Pero el alcalde no contó con la
perseverancia del Comisionado de la Defensoría del Pueblo, que no se cansó de pedir
que se aplicara la sentencia de desalojo, y si Torres confió en que sus
contactos en el Ministerio Público y el Poder Judicial respaldarían sus
acciones, se equivocó. A la firme decisión del Comisionado, se unió INDECI, que
por años había señalado su preocupación por cómo estaba el mercado Modelo. Y entonces Torres quiso responsabilizar a
la PNP, por su aparente “falta de
apoyo”. El alcalde señaló que se requerían cerca de dos mil efectivos para
proceder al desalojo de los comerciantes. “Si
no nos apoyan, cómo acatamos la orden judicial“, señaló más de una vez el
alcalde, y no le faltaba razón.
Hasta que un día, el General
Clubber Aliaga, le dijo: “bueno pues
Alcalde, aquí están los efectivos, ahora, usted dirá”. Ya no había excusas
y comenzaron los rumores. Se dice que Torres se reunió secretamente con los
dirigentes de los trabajadores y les pidió que abandonaran los lugares donde se
apostaban. Se dice que Torres les prometió que en tres días volverían, pero que
así retirándose, le permitirían a él sustentar ante el juez que ya había cumplido el mandato y que no era
su responsabilidad el regreso de los comerciantes.
Cuando en la madrugada del 24 de
abril del 2014, elementos del Serenazgo y la Policía Municipal y los 1,500
efectivos policiales llegaron al Modelo, se encontraron con veredas y pistas
vacías. No había puestos, ni seres humanos atrincherados, dispuestos a morir
por su parcela donde trabajaban. No hubo
nada qué desalojar, salvo las miles de ratas que huían desesperadas ante la presencia de la maquinaria, que
recogía toneladas de basura. Si hubo una promesa de Torres y los
comerciantes le creyeron, solo el tiempo permitirá saberlo, pero lo que sí se
sabe es que al alcalde le falló el cálculo. La jueza del II JEC dijo que era responsabilidad del alcalde que esa
situación de no presencia de comerciantes fuera permanente, de lo contrario
tendría que asumir las consecuencias.
Y, entonces Torres se preocupó
por dar una solución a la “papa caliente” que tenía en sus manos y empezó una
vez más a mostrar su informalidad, su falta de seriedad, su irresponsabilidad y
su falta de planificación. Anunció que en un terreno de la
Beneficencia de Chiclayo, de más o menos 7,000 metros, se ubicarían unos 2000
comerciantes. A los pocos días, el
directorio de la Beneficencia le dijo que no. Que su pedido había sido
rechazado. Y comenzaron las divagaciones. Que aquí, que allá, que más allá.
Que el Santos Choquehuanca, que otro mercado, hasta que apareció “el diablo en
campaña” y le habló al oído a Torres: “la
Nueva Despensa Alcalde, ésa es la solución”. ¿Quién era? Pues ni más ni menos
que Lucio Asalde, un ex decano del Colegio de Ingenieros, que al cabo de casi
dos décadas, volvía a Chiclayo con la idea de ser Alcalde.
Asalde participó en los proyectos
iniciales de La Despensa. En 1992, el ingeniero Carlos Ramírez Morales, concibió la idea de un gran mercado en un
terreno de su propiedad. Amigo de Asalde, le pidió que desarrollara su idea y
así lo hizo. Sin embargo, no se pusieron de acuerdo y Ramírez, un fervoroso creyente
de lo que él llamaba “el Mercado
Mayorista que requiere Chiclayo”, siguió por su cuenta. Años después y con experiencias ganadas en
viajes a otros países para ver construcciones y funcionamientos de grandes
centros de abastos, logró aliarse con la Corporación Sagitario, por esos años
una constructora muy reconocida.
Luego de varios estudios,
contactos con autoridades y comerciantes interesados, el proyecto comenzó a
andar. El 31 de Diciembre de 1996, Miguel Ángel Bartra, a la sazón, alcalde de
Chiclayo, firmó la Resolución de Alcaldía No. 2534-96, con la que se aprobaban en
su artículo primero: “los estudios
definitivos de habilitación para uso especial del denominado Centro Mayorista
de Abastecimiento Regional “La Despensa”, el mismo que se desarrollará en una
extensión de 40.36 hás. ubicado en el distrito de José L. Ortiz”. Visión de
futuro del alcalde Bartra, ajustada a lo que señalaba el Plan de Desarrollo
Urbano de Chiclayo aprobado en 1992 por
el INADUR (Instituto Nacional de Desarrollo Urbano, habiéndose actualizado y aprobado
su validez hasta el 2025.
Y los años fueron pasando.
Consorcio Sagitario, que invirtió una gran cantidad de dinero en el cercado del
terreno, habilitación de tierras y construcción de más de 150 módulos, no pudo
seguir adelante, porque sintió que no hubo apoyo de las autoridades para que el
proyecto avance, por lo que decidió retirarse. La propiedad pasó a otros
dueños, cada uno de los cuales, buscó terminar las obras sin ningún éxito. Hay
comerciantes que buscaron financiamiento para la adquisición de módulos, porque
el proyecto del Gran Centro de Abastos “La Despensa”, era viable. Les
permitiría trabajar en orden y con modernidad. No pudieron ver realizado su
sueño.
Ahora, un señor Fernando Pérez es
el dueño. Dicen que Asalde, por entonces, decidido candidato a la alcaldía,
aunque sin saber con quién, habló con Pérez: “lo que pasa es que no han sabido manejar el proyecto. Dame la
oportunidad y en 48 horas te pongo 4000 comerciantes aquí”. Pérez que ha
invertido su plata y al que, al parecer no le han explicado que “La Despensa”
fue concebida y su proyecto aprobado como Centro Mayorista, le dio el visto
bueno. Se dice que Asalde, Pérez y Rafael Aita, fueron a una entidad bancaria con
algunos comerciantes para conseguirles financiamiento y puedan ir a “La Despensa”.
Hoy, ya están instalados cerca de
dos mil comerciantes. Torres Gonzáles, en unas declaraciones irresponsables,
les prometió invertir cerca de 30 millones de soles, para hacer un circuito
vial que permitiera el acceso de compradores y les aseguró que EPSEL haría las
obras de saneamiento. En la empresa de agua respondieron de inmediato: “Es una empresa privada. La ley nos prohíbe
invertir dinero en ese tipo de propiedad. Además no contamos con presupuesto”.
Adiós promesa ¿Y ahora?
Lo terrible de esto es ver cómo
una persona que es autoridad, que está en su casi octavo año como tal y otra
persona que quiere serlo, no piensen en
el futuro de Chiclayo. Más grave es el
caso de Asalde, porque como ingeniero, que muchas veces ha mostrado un aparente
interés por lo que pasa en Chiclayo, se preste a una acción que impediría el
que contemos con un Mercado Mayorista: Al diablo con el progreso, al diablo con
las normas. No interesa la ciudad. Me importa un pepino la chiclayanidad. Lo
que quiero es ganar y esos votos me son necesarios. Qué lástima. Y quiere
ser Alcalde, sin embargo ya hay varias voces que conocen el tema y se empiezan
a preguntar: “¿LA NUEVA DESPENSA….O LA
NUEVA PARADA?”
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