Lucho
Gasco Bravo, el ex alcalde de José Leonardo Ortiz, el ex congresista de la
República, fue, es y para muchos seguirá siendo aprista. El año pasado, cansado
de tener que soportar lo que Javier Velásquez hacía en Lambayeque y preocupado
que le impidiera tentar nuevamente ser el alcalde leonardino, decidió dar un
paso al costado. “Renuncio al APRA. Es
imposible soportar acciones que le hacen daño al partido y nadie dice nada. Me
voy”, dijo resuelto, quien fuera alguna vez, el tesorero aprista. El hombre
que pagaba los gastos, cada vez que su amigo Alan García, dejaba caer su
humanidad por estas tierras.
Gasco
nunca se imaginó que al irse con el sueño de crear su propio movimiento,
motivaría a los capitostes apristas a ponerle al frente a quien menos se
imaginó: su hijo Marco Gasco Arrobas (MGA). Sí, el mismo en quien había depositado su confianza para que manejara
una parte importante del negocio familiar. El mismo que había empezado su
propio vuelo y que había demostrado su
capacidad profesional, siendo presidente del AGROBAN. Ese joven al que él, lo
hizo aprista. Ahora lo tenía en la vereda del frente y no con un movimiento
propio, sino con el enemigo más
encarnizado que tiene el aprismo, Alianza para el Progreso.
Los
Acuña, paisanos del patriarca de los Gasco, no requirieron de mucho esfuerzo
para convencer a Lucho de que se convirtiera en apepista. Fue en el fundo de
Humberto Acuña donde las cosas se definieron. Ya estaba Lucho con la “A” en el pecho y Marco empezaba su camino,
defendiendo la estrella aprista. Los rumores de discusiones al interior de
la familia fueron fuertes e insistentes. Lucho salió a los medios y no ocultó
su enojo: “Yo le dije a Marco que iba a
ser candidato por APP, Marco no obró correctamente y aceptó el pedido que le
hicieran los apristas para que busque la alcaldía de Chiclayo”, dicho sea
de paso esquiva para el partido de Alan García, desde la década de los 80.
Marco
nunca respondió de mala manera a las declaraciones de su padre. Al contrario, y
sabiendo que tenía muchos factores en contra, decidió trabajar con ahínco su
campaña. Casi en solitario, empezó a
recorrer calles, plazas, mercados, distritos y a contactarse con
representantes de gremios. El no
haber vivido de manera permanente en Chiclayo, le iba a generar un triple
esfuerzo: conocer la problemática que nos agobia, mirar con visión de futuro
las soluciones y tomar las distancias
con su padre, sin faltarle el respeto y sin generar suspicacias entre los
apristas.
Con
una estrategia desconocida en los apristas, siempre frontales, siempre
polémicos, Marco siguió el ejemplo del fantasmagórico Manuel Valverde. En un
inicio, dio declaraciones a los medios, pero luego, entró en un extraño
silencio. Dicen que es parte de una
estrategia debidamente planificada, entendible para Valverde y Palma, ambos con
denuncias penales judicializadas, que pueden ser fatales para ellos y su
partido. Pero Marco no tiene esos problemas y el espíritu de cuerpo, a estas
alturas, lo único que genera es una mala señal de su imagen ante la opinión de
los apristas y de los electores en general, que aprecian su presencia en estas
elecciones.
Dicen
los que conocen los intríngulis apristas, que ninguna candidatura vale, hasta
que no la aprueba García y sus adláteres. Dicen que hay una pugna imposible de
ocultar, entre Javier Velásquez, que defiende ardorosamente su autoridad sobre
todo lo que pasa en Lambayeque, y dirigentes como Omar Quezada, Jorge del Castillo y Genaro Vélez, entre otros, que
ven con suma preocupación lo que pasa en el aprismo local. Se especula que la táctica de Velásquez es impedir que aparezcan nuevas
figuras, que puedan no empañarlo, porque sin duda eso será muy difícil, pero sí
empezar a desconocer su liderazgo.
No
se conoce mucho de los asesores que tiene MGA en estos tiempos, pero sí de uno
por lo menos, el experimentado periodista y analista político Ricardo Cervera Niño, que volvió a
vivir a Chiclayo, según he sabido, por indicación del propio Alan García, de
quien es muy amigo. “Quiero que lo
ayudes a este muchacho. Quiero que gane en Chiclayo”, le habría dicho el ex
presidente, y Ricardo, con un perfil bajo, viene hablándole al oído a Marco,
volcando toda su experiencia electoral, como lo hizo cuando asesoró a Javier
Pérez de Cuéllar.
Se
ha conocido una lista, que podría ser una especie de pre lista de candidatos a
regidores. El mismo Marco me la hizo conocer. La encabeza César Torres Gálvez, un independiente, Contador Público Colegiado,
con una Maestría en la USAT. Fue durante varios años, el contador del grupo
Gasco. Hoy, ha abierto una consultora, en
sociedad con el CPC Tadeo Caballero, un destacado tributarista, alejándose así
del grupo. Sin embargo, no han impedido
las fuertes críticas de los apristas de viejo cuño, que dicen: “es un empleado de Lucho Gasco”, “le debe
mucho de lo que es a Lucho”, o que dando el toque político digan: “¡cómo va a ser posible que un no aprista
vaya como primer regidor”!
Pero
las críticas a la pre lista de MGA, no acaban con las efectuadas al primer
regidor, del que varios no apristas tienen un excelente concepto, sino que
siguen con quien ocupa el segundo lugar, la profesora Laura Yrene Hernández Gonzáles, que justo hoy 15 de junio, cumple
años. Como es mujer no digo la edad, es militante aprista. Sin embargo, se
trata de un cuadro poco conocido. No se sabe si tiene experiencia en
administración pública, ni menos municipal. Es miembro de la generación “Ciro Fernández Salgado”, una especie
de club de estudios, que hasta ahora no tiene ningún graduado connotado.
El
que va en tercer lugar es, según MGA, un empresario exitoso, de nombre Juan Manuel Vásquez. He consultado a
varios apristas y no lo conocen. Un ex secretario general en Lambayeque, me
dijo: “el gran problema es que MGA, ha
hecho la lista solo. Ha puesto gente que
no son del partido, pero son sus amigos”. Debo señalar que, cuando conversé
con Marco, le pregunté sobre el apellido materno de Vásquez y me dijo no
recordarlo. Eso es grave, pero peor, es la opinión de sus compañeros.
Los
que van en el puesto cuarto, siete, ocho y nueve, sí son apristas conocidos.
Aunque con poco vuelo en el ámbito extra partido, Elar Vallejo Rojas, maestro de escuela, alguna vez fue jefe del
programa Pro Joven, de donde tuvo que salir al no aceptar presiones de un
congresista (está demás decir de quién se trata) para que coloque a su gente.
Alan Víctor Manuel Fernández Guevara, es un joven de 22 años, que
según me han dicho, es doctor en leyes. Nieto de un veterano militante aprista don
Ciro Fernández, e hijo de Ciro Fernández Salgado, asesinado vilmente una noche
en que, acompañando a Velásquez, volvía de Saña. Hay en éste joven muchas
expectativas de su futuro político, incluso una militante aprista, Margarita
Reyes Ayasta, le ha pedido a MGA, lo coloque
como primer regidor.
William Ballena y Milagros Quispe, ambos apristas, que ocuparían el puesto ocho y nueve,
no aportan mayores luces sobre sus hojas de vida, pero algo les habría visto
MGA, para considerarlos. El asunto ahora, va por lo que puedan responder
los compañeros, una vez que se
oficialicen las candidaturas, porque en los puestos cinco y seis, van dos
invitados de MGA: el empresario Manuel
Peramás Sánchez, con nula
participación en política y el ex trabajador de Backus, Jorge Arbulú, en las mismas condiciones
que Peramás.
Una
fuente confiable me dijo que el problema radicaba en que MGA no ha consultado a
ningún dirigente para conformar su lista, lo que ha provocado malestar y enojo
entre la militancia. Ya hay voces que
señalan que van a votar por Gasco, pero por Lucho Gasco en JLO, por Chiquitín
Salazar en Ferreñafe y si depone su “conocida soberbia”, por Alberto Ortiz
Prieto en Chiclayo. Un factor de
gran importancia será el trabajo que pueda desarrollar entre los apristas
descontentos, Clara Ortiz Prieto, una
aprista de viejo cuño, que, alguna vez, por decisión aparentemente de Velásquez,
quedara fuera del Congreso, al que había accedido en buena ley.
Que
Dios los coja confesados a los apristas. Su líder, Alan García, requiere de
triunfos regionales y municipales, para afianzar sus deseos de volver a ser
presidente. Claro está, que va a tener que jugar su imagen y autoridad en
algunas decisiones. Lo dejará sin piso a
Velásquez, que tan útil le ha sido y le es. Mirará con ojo avizor el futuro del
APRA en la región, donde la presencia de su adlátere, crea rechazo en muchos
niveles apristas y no apristas. En
su decisión magnánima estarán las próximas generaciones de los apristas,
mientras tanto, podemos volver a decir “ESTO
ES EL APRA. ¿QUÉ LES PARECE? II
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